LAS MISSES DE VENEZUELA Y YO – PARTE I

Algunos no me lo creerán, pero he conocido personalmente a varias reinas de belleza venezolanas y, de ñapa, a la hermana de una de ellas, también hermosa.

Los periodistas tenemos la suerte de conocer muchas cosas y asistir a muchos eventos gracias a nuestra profesión. Más de una vez me ha tocado la grata labor de cubrir un evento de modelaje o un concurso de belleza, pero no es mi fuerte para nada; los que me conocen saben que mis temas clave han sido la política y por supuesto, cultura.

Lo interesante es que a ninguna de las reinas a las que me referiré las conocí por asuntos de mi carrera sino de manera más bien fortuita. 

Ahora ¿por qué hago estas historias? Bueno, porque me apetece echar el cuento y porque en Venezuela no tenemos títulos mundiales ni Copas América, lo que sí tenemos es misses. Coronas, reinas de belleza… y llámenme lo que quieran, en general, las admiro. Vamos al asunto:

IRENE SÁEZ





La primera fue Irene Sáez, tal vez la más conocida de todas (apartando a la escandalosa Alicia Machado), quien además de llevarse el Miss Venezuela 1981, se tituló Miss Universo ese mismo año. Ella tenía 19 años en ese entonces. Tras su triple triunfo, porque también ganó el Miss Confraternidad Suramericana 1981, estudió Ciencias Políticas, fue alcaldesa de Chacao y candidata presidencial.

Mi encuentro con Irene Sáez y con su hermana, Ligia, quien es dos años menor y muy parecida físicamente a su hermana, ocurrió en 1988, cuando yo tenía 12 años. Hacía un par de años mi abuela paterna había sufrido un ACV que le paralizó medio cuerpo. Vencidas las esperanzas de recuperación, debió ser internada en una casa de cuidados ubicada en Los Chorros, Caracas.

A estas alturas del partido no recuerdo quién era el familiar de las hermanas Sáez Conde que se encontraba en el mismo centro de cuidados, pero fue debido a esa extraña circunstancia que me topé de frente a las dos. Sólo diré que a los 12 años no hay muchas herramientas con las que defenderse de un impacto como ese: encontrarte de frente con una Miss Universo, una mujer famosísima y de una belleza superlativa, y ¡por duplicado!. Juro que tardé en olvidarlas 19 días y 500 noches.



Irene Sáez a sus 60 años


PILÍN LEÓN





El año 1981 fue para las misses venezolanas como el 2009 del Barsa. Nos ganamos todo. Así como Irene Sáez se llevó tres coronas, la muchacha que quedó detrás de ella, Pilin León, fue la encargada de barrer con el Miss Mundo.

Pilín León es menor que Irene. Cuando el Miss Venezuela, Irene se acercaba a los 20, mientras que Pilín apenas había cumplido 18. Eso no le hizo ninguna mella para enfrentar el difícil concurso mundial y garantizarle a Venezuela una de las curiosidades del Libro Guinnes de Récords: Miss Universo y Miss Mundo el mismo año.

En el año 2000 yo trabajaba como pasante en la Alcaldía del Municipio Zamora (Guatire, a 40 km de Caracas) y un día, tras estacionar el volkswagen, me dirigía a la entrada del edificio y se me acerca un monumento de 1,80 que de paso iba en tacones. Era Pilín. Me preguntó por una oficina a la cual la guié, y ya está, me despedí de ella. Ella en ese momento tenía 37 años, yo 25. Esta vez ya podía lidiar con el impacto, pero igual te queda un embobamiento que no te deja trabajar esa tarde…




JUDITH CASTILLO




Antes del boom de las misses en 1981, Venezuela tuvo una historia de telenovela en el concurso Miss Venezuela. En el año 1976 ganó Elluz Peraza, quien estaba perdidamente enamorada y decidió casarse poco después de ganar la corona. Pero las normas decían que una “miss” debía ser soltera (pues sí, miss traduce señorita, no señora), así que Elluz Peraza renunció y asumió la que había quedado en segundo lugar: Judith Castillo.

En el año 2002 yo había salido de la alcaldía y había conseguido empleo en el Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual, donde se me había encargado el rediseño del Boletín de la Propiedad Intelectual, un mamotreto que se publica cada dos meses, y que podía oscilar entre 7 y 11 tomos gordos.

Un día me llamaron a una reunión, cosa bastante rara, por cierto, y al entrar en el salón, me conseguí de frente con el rostro sublime de Judith Castillo. Me impresionó muchísimo su rostro, bellísimo y jovencísimo, como si tuviese 18 años todavía… su piel se había detenido en el tiempo; no así su intelecto, porque Judith estaba allí en calidad de abogada. No pude dejar de mirarla y la verdad, no me acuerdo de qué iba la reunión.


Así lucía Judith Castillo cuando la conocí.



P.D. Elluz Peraza se dedicó después a la actuación en televisión, llegando a protagonizar varias telenovelas. 

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